Líneas de fuga
(el último boletín)
15/12/24
Comienzo a escribir este boletín en una cafetería de mi barrio. Es uno de esos sitios que, a pesar de ser bonito y acogedor, todavía resiste el embate de la gentrificación. Aquí puedes desayunar por un precio que no te deja temblando después de mirar la carta.
Digo que estoy escribiendo, pero en realidad hace un rato que me he despistado y sigo con más atención el bullicio que hay en la cafetería que a mis propias palabras. Casi sin darme cuenta, mi mano ya está buscando el móvil. Por inercia, abro LinkedIn y la primera publicación que me aparece es la de un emprendedor valenciano que narra lo que están viviendo las zonas que fueron afectadas por la DANA. Habla de desamparo y de abandono, de los cementerios de coches y del lodo. Leo los comentarios a su publicación: «no desesperes», «ánimo», «la esperanza es lo último que se pierde», «espero que esto sirva para tener claro a quién no hay que votar las próximas elecciones…». Leo una retahíla de palabras tan desgastadas que ni siquiera rozan algún tipo de empatía. Palabras y palabras que no abrazan. Yo tampoco tengo nada destacable que decirle y paso de repetir lo mismo que le han dicho setenta veces, aún así, decido no pasar de largo y «recomendar» su publicación. Y entonces dudo: ¿qué reacción elijo? ¿me gusta? ¿le aplaudo? ¿apoyo qué exactamente? ¿su publicación o la devastación que muestra? No encuentro el icono que refleje una reacción sensata o que no me haga sentir como una verdadera sicópata.
La emoción humana es demasiado salvaje y compleja como para acomodarse a la estructura reduccionista de las redes sociales. Pero, aun así, lo seguimos intentando con ahínco.
Brain rot ha sido elegida por el diccionario de Oxford como la palabra de este año. Literalmente significa «cerebro podrido» y describe el deterioro mental causado por consumir contenidos superficiales, especialmente online. Nada nuevo bajo el sol: muchos podemos reconocer este fenómeno en nuestro día a día.
Vivimos inmersos en contextos que constantemente nos invitan a la evasión. Somos unos escapistas natos aunque no siempre tengamos la claridad necesaria para saber hacia dónde debemos dirigir nuestras fugas. Tal vez el conflicto resida en que asociamos este concepto con la cobardía: se supone que debemos enfrentar nuestros desafíos con ímpetu y valentía. Sin embargo, aquí es donde radica la gran paradoja de esta palabra: «fuga» comparte el mismo origen etimológico que la palabra italiana foga que significa «impetuosidad», de hecho deriva de ella. Bajo esta luz, la fuga se desvela no como un simple acto de huida, sino como una manifestación del deseo o del ímpetu de renovación.
[…] el movimiento rápido, la carrera de la «fuga» latina continúa en el impulso, en el ímpetu de la foga italiana. Se convierte en un ardor, incluso en una furia que mueve a actuar, a hablar, a mostrar un sentimiento
Una parola al giorno, il significato di foga
Hace siglos, al escapista también se le consideraba un rebelde. Molière transformó este concepto en un personaje: Scapino, un sirviente «astuto, imaginativo, escurridizo y audaz» capaz de desafiar a su amo. Con el paso del tiempo, el moralismo cambió la percepción de este término, añadiéndole connotaciones peyorativas.
Todo buen mago está obligado a cultivar la escapología, una rama del ilusionismo relacionada con la capacidad de liberarse de varios tipos de restricciones: cadenas, cuerdas, candados, jaulas, baúles, etc. Hace unos años, el jurista Antonio Pau escribió un libro titulado Manual de escapología y lo definió como «un elenco cultural de huidas hacia lugares donde descansar de una realidad que, a veces, es hostil, excesiva y desconcertante».
Nuestra cultura nos empuja incesantemente hacia el movimiento, el hacer y el producir. Huir no siempre es una fuga, a veces es un regreso. Es un acto de resistencia, un retroceder para recuperar la perspectiva, una forma de aprender a transitar por los puntos suspensivos y a habitar los espacios en blanco. Quizás, una forma alternativa de volver al hogar 🧡
Gracias por acompañarme hasta aquí. Gracias, de todo corazón, a todos los suscriptores que estáis aquí desde el principio y que habéis abierto cada uno de estos boletines. Este es el último boletín de la Wowsletter.
Creo que ha llegado el momento de finalizar esta etapa. Cada vez cuento con menos tiempo para poder dedicarlo a este proyecto y, sinceramente, también echo mucho de menos tener más tranquilidad para poder hacer collages o ilustraciones.
De esta experiencia me llevo el haber aprendido a escribir y comunicar un poco mejor, a pensar con más claridad y a compartir sin miedo. Ojalá vosotros también os llevéis algo de aquí: una idea, una historia que contar o un momento de reflexión. Al menos, esa ha sido mi intención 🤗
Esta etapa concluye, pero la aventura continúa. Sabéis que me podéis encontrar en Wowtiful, en la página web también hay un formulario al que os podéis suscribir si queréis y desde allí, de vez en cuando, publicaré lo que escriba en el blog, aunque no será con la asiduidad con la que lo he hecho aquí.
Voy a echar de menos todo esto. Os mando un gran abrazo a todos🥲



🤧🥰