Querida Milagros
apuntes sobre el alma de los nombres
Milagrosnunca supo que padecía la «enfermedad del alma de los nombres». Sufrirla conlleva el riesgo de dejar la vida en suspenso. Para colmo éste es un mal del que nadie habla. Un mal que no tiene nombre (consideren lo entrecomillado arbitrario y provisional)— Lo mejor (no) es que te vayas, de Remedios Zafra
27/10/2024
Hay quienes llevan su nombre como un emblema o un estandarte. Lo muestran con orgullo ancestral y lo pronuncian con la seguridad de que cada letra ocupa su justo lugar, como si fuera inimaginable cualquier otra combinación posible. Hay otros, entre los que me incluyo, que hemos fantaseado con otras vidas a través de otros nombres posibles. En secreto, nos hemos probado otras identidades, imaginando que cada nuevo nombre podría abrir una puerta hacia un ser diferente, no necesariamente mejor, pero diferente.
Sin embargo, el nombre que nos dan al nacer casi siempre permanece inmutable, y continuamos buscándonos en él, en esa historia que nos relata quiénes somos, incluso antes de intentar ser otros.
❧ El nombre secreto
En el Antiguo Egipto se tomaban muy en serio el tema de los nombres. Tenían la creencia de que el nombre formaba parte del alma y se aseguraban de dotarlo de un buen significado que les proveyera de buena suerte y fortuna en el más allá. De hecho, los antiguos egipcios no tenían solo un nombre, sino dos: «cada egipcio recibía dos nombres, conocidos respectivamente como el nombre verdadero y el nombre bueno, o el nombre grande y el nombre pequeño; y mientras el nombre bueno o pequeño se hacía público, el nombre verdadero o grande parecía haber sido cuidadosamente ocultado».
La importancia de los nombres se reflejaba especialmente en las figuras de poder: el dios Ra ostentaba 75 nombres, cada uno representando un aspecto distinto de la divinidad, mientras que los faraones poseían cinco nombres que simbolizaban diferentes manifestaciones de su autoridad.
Los antiguos egipcios creían que el nombre era una parte vulnerable del ser porque podía usarse para invocar el poder de la figura que lo poseía. Esta creencia se aplicaba tanto a dioses como a humanos: un humano podía controlar a un dios al conocer su verdadero nombre, de la misma manera que conocer el nombre secreto de una persona otorgaba influencia sobre ella.
Por este motivo, el conocimiento secreto del nombre de una persona era potencialmente desastroso, ya que suponía una amenaza a la jerarquía, al orden social y a la vida después de la muerte. Si una persona perdía su nombre, la vida en el más allá era imposible: «considerado un elemento intrínseco y fuente de poder, el nombre no solo identificaba, sino que definía a un individuo. Con fines hostiles, la destrucción de un nombre podía afectar la muerte o la desgracia de su propietario, y esta creencia subyace tanto en el papel prominente del nombramiento en los textos de execración como en la bien atestiguada eliminación de nombres reales en las disputas dinásticas»1.
❧ El nombre es presagio
Milagrossólo tenía una hermana. Se llamaba Virtudes y era la protectora y aliada incondicional de la pequeñaMilagros. Con ella guardaba algunas similitudes. Puede que en distinto grado pero la que más condicionó sus vidas fue la aversión compartida a sus nombres, así como la alianza fraterna de acabar con ellos en el futuro, de expropiárselos a sí mismas.María, Carmen, Luisa, Antonia, Aurora, Margarita,... cualquiera de estos les habrían valido, pero los suyos:
MilagrosyVirtudes, habitaban en las niñas como una imposición y no lograban que ellas habitaran en los nombres, no las nombraban.— Lo mejor (no) es que te vayas, Remedios Zafra
La obra Crátilo de Platón (año 360 a. C.) inauguró una profunda reflexión sobre la capacidad de los nombres para reflejar la verdad y la esencia de las cosas. En este diálogo, Crátilo y Hermógenes encarnan dos visiones fundamentalmente opuestas sobre la naturaleza de los nombres. Mientras Crátilo sostiene que los nombres son instrumentos que deben capturar y revelar la esencia misma de las cosas —pudiendo ser verdaderos o falsos según su fidelidad a la realidad que representan—, Hermógenes defiende una postura más pragmática: los nombres son convenciones cuyo valor radica en su capacidad para comunicar el pensamiento y señalar las cosas de manera efectiva.
Este debate anticipó una discusión que aún sigue vigente: ¿son los nombres meros instrumentos de comunicación o encierran en sí mismos una verdad más profunda sobre la naturaleza de lo que nombran?
Nomen est omen, decían en la Antigua Roma, «el nombre es destino». Esta locución la acuñó el comediógrafo Plauto (siglo II a. C.) en su obra El Persa, donde escribió nomen atque omen quantivis iam est pretī, «el nombre, como el presagio, vale su precio». Para los romanos, el destino de una persona estaba implícito en su nombre, que podía interpretarse como augurio o señal de su naturaleza y destino.
Hoy en día, a aquella antigua creencia romana sobre el poder de los nombres para moldear el destino la llamamos determinismo nominativo: la teoría que sostiene que nuestros nombres pueden influir significativamente en la formación de nuestra personalidad y en la elección de nuestra profesión.
Numerosas investigaciones han demostrado que nuestros nombres ejercen una profunda influencia en muchos aspectos de nuestra vida: desde el comportamiento y la apariencia física hasta la trayectoria profesional, las decisiones vitales, la popularidad, la manera en que otros nos perciben y también en cómo nos vemos a nosotros mismos. Un estudio realizado en el año 2000 reveló que las personas que están insatisfechas con su nombre pueden ver afectadas su autoestima y su autoconcepto.
Nuestro nombre puede llegar a moldear nuestra personalidad y apariencia de formas insospechadas. No solo puede llevarnos a adoptar inconscientemente ciertos patrones de comportamiento o expresiones faciales, sino que incluso los sonidos que componen nuestro nombre pueden revelar aspectos de nuestra naturaleza. Este fenómeno tan intuitivo y casi universal se relaciona con el efecto Bouba/Kiki: una correspondencia entre sonidos y formas, donde ciertos fonemas se asocian naturalmente con formas angulares o puntiagudas, mientras que otros evocan formas suaves y redondeadas. Al preguntarnos cuál de estas dos palabras —Bouba o Kiki—corresponde a una forma puntiaguda y cuál a una redondeada, la mayoría de las personas llega a la misma conclusión.
En lo referente a los nombres propios, se han detectado patrones que sugieren que los sonidos suaves evocan características femeninas y tienden a asociarse con cualidades como la adaptabilidad, la apertura emocional, el carácter lúdico y la introspección. En contraste, los nombres con sonidos agudos se vinculan a características más masculinas y pueden sugerir rasgos de personalidad como la agresividad, la determinación, la irritabilidad o la tendencia al sarcasmo2.
❧ El nombre y la adivinación
¿Pero qué más pueden decirnos nuestros nombres sobre nuestro destino? Algunas corrientes del pensamiento medieval nos responderían que bastante. Durante la Baja Edad Media, esta pregunta encontró respuesta en la onomancia, la práctica de adivinación a través de los nombres. Su principal herramienta era la Esfera de la Vida y la Muerte, también conocida como Esfera de Pitágoras, un diagrama que transformaba las letras de un nombre en valores numéricos cuya suma, siguiendo unos patrones específicos, pretendía revelar el futuro. Los adivinos utilizaban este método para predecir desde el desenlace de una enfermedad hasta el éxito de un matrimonio, o incluso el resultado de una batalla.
Aunque la onomancia y otras prácticas adivinatorias fueron perseguidas y condenadas por el cristianismo ortodoxo por ser contrarias a la noción de la Divina Providencia (solo Dios puede predecir el futuro), la razón por la que tuvo tanta importancia en la Baja Edad Media se sustentaba en la sólida tradición filosófica heredada de la antigüedad. Desde el Crátilo de Platón, que exploraba la verdad inherente a los nombres, hasta su Timeo, que concebía los números como elementos fundamentales de la naturaleza, se fue construyendo una base teórica robusta. Los filósofos neoplatónicos (siglos III-VI) profundizaron en la idea de que el nombre contenía la esencia misma de su portador. Pensadores como San Agustín y más tarde la escolástica medieval, reforzaron la importancia de los números en la creación. De ese modo, la onomancia, lejos de ser una práctica supersticiosa e ilógica, se legitimaba mediante la autoridad de estos grandes pensadores3.
❧ Todos nuestros nombres
Y lo consiguió, superficialmente, sí, pero con tal ansia que por un tiempo no hubo chat, e-mail o blog en el que coincidieran sus nombres y tonos de escritura. Como si se deshiciera de un incordioso corsé ajustado a ella durante toda su vida anterior,
Milagrosexplotó en muchas, en una lluvia de “Milagros”. No lo pudo evitar y no lo quiso evitar. Por unos días se (des)hizo a gusto hasta dar forma a su nueva vida y decidir su nuevo y definitivo nombre. Ahora que en Internet podía neutralizar su dolencia estaba en disposición de exterminar aquelMilagros.— Lo mejor (no) es que te vayas, Remedios Zafra
En La importancia de llamarse Ernesto, Oscar Wilde creó una ingeniosa obra sobre la dualidad de la identidad y el alter ego. En el título original en inglés, The Importance of Being Earnest, Wilde jugó con la homonimia y el doble sentido entre las palabras Ernest (nombre propio) y earnest (serio, honesto). En la trama de esta comedia, su protagonista Jack Worthing se inventa un hermano ficticio llamado Ernesto, un alter ego que le permite llevar una doble vida en la ciudad y escapar de sus obligaciones sociales. Esta obra fue una crítica a la hipocresía y a las absurdas convenciones sociales de la época victoriana, donde la apariencia de respetabilidad prevalecía sobre la honestidad y la autenticidad4.
Quizá Oscar Wilde, sin pretenderlo, anticipó una tendencia de la modernidad: la fragmentación de la identidad en la era digital. Los alter ego ya no son meros escapismos ocasionales, como en el caso del Ernesto victoriano, sino extensiones naturales de nuestra identidad. Desde los seudónimos literarios hasta los avatares en redes sociales, pasando por los nombres artísticos o los nicknames, continuamos creando versiones alternativas de nosotros mismos. Estas múltiples identidades —todos nuestros nombres— no representan una falsedad necesaria, sino que son la expresión de la complejidad de nuestro yo contemporáneo: un ser que habita en muchos nombres, no para engañar sino para, paradójicamente, mostrarse en toda su verdad.
Para ella misma, «Milagros» suponía ahora un proyecto de estrella atestada de aristas. Para su familia: la reinvención de los genes y de sus leyendas. Para el (hoy apóstata) cura que la bautizó y que escurría el bulto en su responsabilidad performativa con aquel nombre, lo ocurrido implicaba una nueva crisis de fe, ¿un milagro? Y para la enfermedad del alma de los nombres: un punto ciego, un giro de rosca, una enfermedad de la enfermedad que, como efecto y hasta un nuevo giro, la curaba.
— Lo mejor (no) es que te vayas, Remedios Zafra
La idea de escribir un boletín sobre los nombres propios surgió al leer un capítulo del libro que he citado durante todo el artículo: Lo mejor (no) es que te vayas de Remedios Zafra. Si os interesa leerlo, en la página de la autora podéis descargar el PDF del libro. De ahí también surgió la idea del título de este boletín, un pequeño homenaje a todas las «Milagros» que quisimos cambiar de vida cambiando de nombre.
He disfrutado escribiendo este artículo, espero que os guste. Y ya sabéis, darle al like no cuesta nada, pero vale mucho 🧡 ¡Gracias!
PUMPHREY, Nicholaus. Names and power: the concept of secret names in the Ancient Near East. Pág. 11-20. Recuperado de: https://ir.vanderbilt.edu/items/d09f481d-c81d-46ee-b15c-4a6252f0da68
BARBAZZENI, Beatrice. How Our Name Affects Our Personality and Identity: What Social Psychology Says. Recuperado de: https://openexo.com/insight/how-our-name-affects-our-personality-and-identity-what-social-psychology-says
EDGE, Joanne. What’s really in a name? Onomancy in the Middle Ages (Part 1 & Part 2). Recuperado de: https://dmnes.wordpress.com/2019/08/23/whats-really-in-a-name-onomancy-in-the-middle-ages-part-1/
WIKIPEDIA. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/La_importancia_de_llamarse_Ernesto







